(Acudiendo al verdadero potencial interno)
Aquí también te ofrezco la versión de audio, por si eres como yo
(me encanta escuchar, además de leer).
¡Todos los días vemos infinidad de gente devota a alguna práctica religiosa!
Las palabras que usan en sus conversaciones, frecuentemente mencionan a Dios o a alguna entidad sagrada.
En sus casas sería normal encontrar algún elemento que pregone esa devoción, y tal vez hasta objetos rituales para enaltecerlo.
No obstante, en su vida diaria es posible notar que hay temor, desconfianza, negativismo, enfermedad y falta de paz… ¿Por qué?
¿Cómo podemos obtener una percepción sana de la Fe?
Nuestras Creencias Culturales
Entre las herencias más preciadas que recibimos de nuestros padres y sus ancestros, está la religión y todo lo que le acompaña.
Generalmente este concepto está teñido de reverencia, y una mezcla de amor y temor… Al fin y al cabo, se está tomando en consideración una entidad Omnipotente, Omnipresente, y Omnisciente, (y que no debería tener género, por eso seguro irradia energía masculina y femenina a la vez)! No se le escapa nada, y poder imitarle es una barra demasiado alta para el ser humano!
Desde niños se crece con esa impresión de que hay un juicio inevitable, que medirá todos nuestros aciertos y faltas (leves y graves). Nuevamente aquí aparece el tema de “merecimiento” de las bendiciones o castigos… según la tradición.
Esta visión llegó al punto de usar la religión para manipular incluso a los niños en Navidad, haciéndoles creer que “si se portaban bien”, del cielo les llegarían los regalos materiales que desearan! Esto desvirtuó el comportamiento basado en bondad incondicional en todos los días del año, convirtiéndolos en actos interesados y (en mi opinión) terriblemente superficiales!
Por otro lado también se nos hizo creer que –sin importar la gravedad de nuestras faltas- si aceptábamos hacer un cierto número de ritos o acciones (especialmente en ciertos días), se nos perdonarían automáticamente todos esos fallos…
Pero es que –en su mejor intención- nuestros ancestros quisieron guiarnos hacia la felicidad eterna (“el Cielo”), y desearon evitarnos la perdición y sufrimiento… ¿o acaso deseaban sentir que ellos habían hecho su tarea bien, precisamente para “ganar los puntos” para su propio destino?
Como sea que haya sido, lo importante que me gustaría recalcar acá es que ese concepto que cada uno de nosotros hayamos tenido, debe pasar nuevamente por el filtro de la Guía Interna que nos permitirá discernir nuestra verdadera creencia respecto a este importante tema del Amor Incondicional, para sanarlo de raíz.
Nuestras Certezas Vivenciales
Si seguimos la pista de los eventos más trascendentales de nuestra vida, e incluso los no tan significativos, podremos notar un patrón de percepción asociado a nuestras creencias:
- Ante el dolor y el peligro, imploramos la ayuda de Dios mental y/o verbalmente?
- Cuando estamos preocupados, lo hacemos también?
- Cuando ocurre una tragedia en nuestras vidas, a quién reclamamos?
- Si experimentamos una bendición inesperada, Le agradecemos?
- Ante tragedias naturales, mencionamos a Dios de alguna forma?
- Cuando nos comparamos con otras personas más afortunadas, nos quejamos ante Dios?
- Y al compararnos con los menos afortunados?
Lo más probable es que sí hemos invocado su nombre más de una vez, y de alguna forma esa Presencia sí la hemos sentido en nuestras vidas, aunque tal vez la percepción que tenemos de ella no es la más cercana a la realidad…
Realmente ese Ser, si es puro Amor Incondicional, no está juzgándonos por nuestras decisiones aunque no hayan sido las más convenientes para nosotros mismos. Y si es Omnipresente, está ADENTRO de nosotros tanto como lo está en todo lo que nos rodea.
Se nos dio la capacidad de discernir, y la libertad de elegir. Los resultados de esas elecciones son directamente proporcionales a ciertos factores que no siempre responden a la lógica, como algunos piensan, pero tampoco a la “suerte” como aseguran otros.
Los resultados de nuestras acciones están fuertemente influenciados por la intención con la que las realizamos, y ese Ser Omnipotente apoya ese propósito.
Si hay culpabilidad o temor infiltrado dentro de un proyecto, el fruto podría ser auto-sabotaje inconscientemente. Igual si se trata de una acción que no está alineada con lo que en nuestro corazón realmente queremos lograr, el producto se verá frenado o entorpecido, y no habrá disfrute en la realización del mismo.
Por el contrario si estamos convencidos y determinados a lograr algo que nos motiva desde lo más profundo del ser porque lo sentimos muy conveniente para nosotros, será fácil el proceso y lleno de gozo!
Nuestra Relación Con Un Ser Supremo
En la proclamación de nuestra “fe”, a veces le pedimos incansablemente a esa Divinidad algo que deseamos o necesitamos… ¿Acaso esa repetición no demuestra precisamente falta de fe?
Dudamos de si “la plegaria fue escuchada” e insistimos no sólo en la postulación del deseo, sino que incluso decimos “cómo” debería hacerse…!
Me gustaría hacerte unas preguntas, y por favor respóndetelas a ti mismo con toda sinceridad sin juzgarlas como “infantiles” o “ignorantes”… Hay una razón importante para hacerlo…
- Cómo sientes tú esa Presencia?
- La imaginas por allá en las alturas, muy lejos de ti?
- La percibes con un tamaño y apariencia específicos?
- Imaginas que tiene una “personalidad” definida?
- Sientes que no te escucha?
- Sientes que responde de alguna manera?
- Piensas que tu insistencia es la que logrará captar su atención?
- Qué haces después de hacer una petición?
Dependiendo de la forma como percibas a ese Ser, es como actuarás en tu vida diaria.
Tal vez piensas que no existe del todo, y vives sintiéndote solo(a) y confiando exclusivamente en tu propio esfuerzo.
O quizás sientes que sólo obtendrás lo que deseas cuando demuestres que te lo mereces por medio de sacrificios que tal vez lleguen a purificarte y hacerte digno(a) de obtener las bendiciones…?
O puede ser que cuentes con un “consorcio” con ese Ser, el cual posee todo el poder para lograr lo que sea que más te conviene, y tú creas firmemente que va a hacer Su parte mientras que tú te dejas guiar para ir haciendo las acciones que se te inspiran intuitivamente en tu corazón y mente creativa?
Imagino que ya te diste cuenta que yo me inclino a optar por esa última propuesta, pues he comprobado que esa alianza existe y soy yo misma –a través de mi mente analítica- la que bloqueo o permito que fluya el poder creativo y transformador en mi vida!
He sido testigo de muchas manifestaciones que pueden ser consideradas dentro de la descripción de “Milagros”, y he podido sentir fuertemente las muestras de Amor que me abrazan desde ese plano espiritual.
He sentido la Amistad, complicidad, compasión, incluso el humor y ternura de lo que yo percibo como Dios. También he podido transmitir mensajes de sabiduría que mi cerebro no habría podido elaborar por sí mismo, y también he podido componer canciones que fueron inspiradas en minutos (letra, música, y adaptación al inglés), y que cada vez que las interpreto mueven todas las fibras de mi ser!
Incluso en los detalles más triviales, como tratar de encontrar un objeto que necesito pero no logro recordar dónde está, se me guía directamente a buscar en los sitios más absurdos y ¡ahí está!
Lo que quiero decirte es que no hay que sub-estimar nuestra relación con ese Ser maravilloso, y su participación en nuestras vidas! Está impregnado en ti y en todo lo que existe, como ya dijimos.
Nuestra Capacidad De Soltar Y Confiar
Si la fe es de verdad creerle a ese Ser que hace su parte si le dejamos, entonces nos conviene verdaderamente aprovechar ese recurso haciéndonos de lado para que pueda actuar libremente, y glorificarse en su obra!
Para lograr eso, es necesario renunciar a querer tener el control!
Algunos podrían pensar que lo que quiero decirles con esto es que “no hagan nada del todo”, pero no es eso a lo que me refiero. Lo que deseo expresar es que, aunque siempre llevaremos el “timón”, debemos dejarnos guiar por esa inspiración interna, que se confirma por la pasión (entusiasmo y empuje) y la gozosa paz al realizar esa acción que nos sentiremos conducidos a hacer.
Muchas veces un proyecto nuestro se siembra con toda la ilusión y certeza de que es lo mejor, y de repente no vemos ningún fruto aparente. Entonces nos entra la duda y hasta la decepción. Acaso hasta reneguemos con enojo por el supuesto fracaso! De hecho hasta podría ser que destruyamos todo lo que habíamos creado, y demos la espalda para dirigirnos hacia otra meta… Pero tal vez si hubiéramos confiado más, y hubiéramos proclamado nuestra certeza de que de una u otra forma eso iba a germinar, habríamos logrado no sólo el resultado esperado, sino uno aún mejor!
La impaciencia es una afirmación de lo que NO se tiene (actitud de escasez) y la desconfianza de que se vaya a lograr (falta de fe).
Si abres más tu mente a lo que parece “imposible”, podrás desatar esa intuición que te guiará creativamente a realizar proezas y cumplir sueños que se consideraban “inalcanzables”.
Este es el elemento más importante de todo nuestro potencial! Es el eje de nuestro verdadero éxito, el cual no se traduce en la cantidad de logros temporales que acumulemos, sino en liberar toda nuestra capacidad ilimitada para alcanzar el balance en todas las áreas de nuestro ser, y el disfrute de todos los regalos (visibles e invisibles) que nos otorgaron desde siempre!
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